Siempre fue difícil irme.

 El sur, dónde el color del mar te puede hipnotizar y los cielos están más cerca. Dónde sentís que si te subís a una montaña, podés pasar entre las nubes y las playas tienen una vista que parece de película. Dónde la gente es diferente, todos persiguen un sueño. Puerto San Julián, pueblo de mi corazón. Cada vez que me despido te prometo volver, sin saber cuándo será el día. Pero siempre llega, todo llega para quien sabe esperar y cuánto me esperaste siempre y cuántas veces volví con las mismas ansias, las mismas ganas y el mismo amor de siempre. Esta vez fue diferente, ya no soy una adolescente que pisaba tus suelos en las noches de jarana y alcohol. Ya tengo mis planes, mis cosas, mi vida en otro lado. Pero siempre llego con la misma emoción y me voy con la misma angustia. Soy un adulto, no puedo dejar todo hoy por quedarme con vos... Pero en el fondo sé que siempre voy a volver. No pisé tu muelle esta vez, no recorrí lugares de mi infancia. Pero eso no significa que no te haya disfrutado como cada vez que estoy con vos.

Ojalá la vida me siga dando la oportunidad de verte, al menos cada algunos años. Mi corazón va a estar siempre en ese muelle de madera y en tus playas, en las noches y en las mañanas tan tempranas. En las olas de tu mar y en el sol que cae tan tarde como puede. Gracias una vez más por darme todo de vos. Por seguir siendo el San Julián que conocí, por hacerme sentir el viento y la lluvia, tanto como el sol y el frío.

Gracias por los momentos que me regalas, por los días con mi gente, por las noches distintas. Por recibirme siempre de la misma forma. Te prometo volver, hoy y siempre.

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